Desgracia. J.M.Coetzee

Desgracia es uno de esos libros con una premisa y múltiples interpretaciones. Un hombre cuyo único motor para vivir es la pasión y el deseo,  ve llegar su propia decadencia física traducida en vejez, al enfrentar el juicio moral de su comunidad por un acontecimiento que, en sus tiempos mozos, hubiera caído en la gracia y la tolerancia. Pero ya es viejo, y a los viejos hay cosas que no se les permite hacer ni manifestar. Ante la situación, huye a la granja de su hija y ahí, un acontecimiento de gran violencia lo enfrenta a la destrucción de sus ideales y a la fortaleza de una mujer que le demuestra que rendirse, puede ser la más grande manifestación de desafío…algo que él no fue capaz de hacer con sus colegas académicos.

A pesar de lo que opinen algunos, el final del libro no es abierto. Los perros son sólo símbolos y las líneas que concluyen la novela demuestran la determinación de Laurie de dejar ir lo que consolidó su vida y nos deja ver su inapetencia por la vida y por lo que creía cierto y valioso. De ahí en adelante, sólo se dejará llevar, como hacen los viejos que piensan que ya no tienen nada que aportar a la sociedad ni a los que lo rodean.

La prosa es densa, estética, elegante. La historia es agobiante y asfixiante a ratos, el manejo de la atmósfera es impecable. Coetzee es uno de esos escritores que merecen ser leídos y que aportan historias magistralmente construidas a la narrativa contemporánea.

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